HUÉRFANOS DE LLUVIA.
HUÉRFANOS DE LLUVIA
Inquieta de
amaneceres abro la ventana a una mañana todavía invernal. Descorro soñolienta
la pesada cortina y ahí está la calle ofreciéndome impúdica el revoloteo de
miles de hojas oxidadas que suben y bajan, emulando un eterno juego de cometas
sustentadas por hilos invisibles. Un cielo azul se despereza y limpia sus
legañas para luego atrapar a una huidiza luna de plata que lucha por escapar
antes de que el orto expela su rojiza luz por el horizonte. Y mientras tanto,
nada: otro día huérfano de lluvia, otro día de paraguas ausentes…
Retorno a las sábanas, aún calientes, y sueño
con gotas tibias de agua convertidas en látigos invisibles que azotan sin
piedad los cristales polvorientos del viejo portal.
María J. LLanos
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