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                                                LA PESADILLA DE ANA Enfundada en un chándal gris, zapatillas deportivas negras y bolsa de deporte, aparece Ana en la parada de autobús de la Plaza del Niño Jesús; como cada mañana   sube al 152 destino a Antón Martín; se sienta, conecta sus auriculares al móvil, apoya su cabeza en el cristal de la ventanilla y empieza a oír su canción favorita: “Si me das a elegir entre tú y   la riqueza/, con esa grandeza que lleva consigo,/ ay amor, me quedo contigo…”Tararea la melodía, repasa mentalmente la letra y cuando acaba, empieza de nuevo. Cree que ya está preparada para asistir al casting que anuncia una cadena de hoteles. Aunque duda de su suerte, espera que la llamen. A sus 27 años cree que tiene claro que quiere ser cantante; por ese sueño dejó su pueblo allá en Murcia y vino a la capital. Desde que murió su hermano, el pueblo se le hizo pequeño, asfixiante, se sintió sola. Ni sus amigos, ni ese noviete que quedó atrás, ni un padre autori

CIERREN LA PUERTA AL SALIR

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          CIERREN LA   PUERTA  AL SALIR Sólito, prístino, utópico, lánguido, inhóspito… Esdrújulos que se pierden en el vaivén de cometas mecidas por suaves corrientes de aire. Cáceres es una eterna cuesta. Puede la rebeldía de mis pies fatigados iniciar un descanso largo, prolongado en el tiempo, mientras contemplo la agilidad de otros pies que no ceden en el empeño de llegar, de alcanzar la cima. Resiliencia. Te invade la angustia de los días venideros sin saber qué te traerán y ves el mundo desde la postración de una silla de ruedas conducida por una mano familiar que, como cada domingo, te saca al sol de una mañana primaveral. ¿Resiliencia? Sólito al arte de esperar, dormitas siestas de mansedumbre tras los cristales. Fragilidad.  Por favor, c ierren la puerta al salir. Gracias.    María J. Llanos  Texto con tres palabras: SÓLITO, RESILIENCIA, MANSEDUNBRE  

POR AHÍ VAN

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                                                                          POR AHÍ VAN   «Por ahí van,  por ahí van,  son hombres que se mueren  sin haber visto la mar…»  (Pablo Guerrero) Desde que murió Casilda, la casa dejó de ser para Pedro ese sitio impregnado de orden y olor a puchero. Dejó de ser ese remanso de calma donde cobijarse, el hogar al que uno vuelve sabiendo que, al otro lado de la puerta, te espera una mano tendida, una dulce compañía que te ayuda a sobrellevar el peso de los años y comparte contigo esa soledad que sienten los viejos cuando el nido se va quedando vacío. La vida se le había puesto cuesta arriba a Pedro. Sin la energía de ella para sacar el diario adelante no sabía cómo desenvolverse, por no saber no sabía ni ir al único cajero que había en el pueblo para sacar el dinero de la pensión, claro que,según había oído decir, iban a terminar quitándolo; no era rentable mantenerlo allí para cuatro viejos que quedaban, lo mismo pasaba con el médico y con la

AMANECER EN MACHU PICCHU

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 AMANECER EN MACHU PICCHU 

ANDANDO EL VIEJO BARRIO AFLORAN LOS SENTIRES

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        ANDANDO EL VIEJO BARRIO AFLORAN LOS SENTIRES             Siempre que me propongo un tiempo de paseo urbano, termino siguiendo la inercia de mis pasos que, inexorablemente, me conducen a la calidez de mi antiguo barrio. Nada más entrar en La Plaza Mayor, me llegan los olores de las morcillas del Manso y el chasquido de las pipas que devorábamos en aquellas sentadas eternas en las escaleras de la plaza, convertidas entonces, en lugar de tertulia y encuentros antes de que llegara la hora de ir al bar de Andrés, el “marica”, donde se reunía la flor y grana de Cáceres, la progresía hippie y contestataria de una ciudad que estaba empezando a despertarse de un letargo de siglos.   De allí, mis pasos me llevan por la calle de los vinos. Ya no existe ninguno de los bares donde íbamos a escuchar música en las máquinas, como el mítico bar Amador , y a tomar una caña o un calimocho compartido. En el   Cisne Negro (la barra tenía forma de U) nos ponían hasta tres pinchos por consu

ENCINA TALADA Y TÚ

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 DÍA 21 DE MARZO. DÍA DE LA POESÍA Y LOS BOSQUES. ENCINA TALADA Y TÚ Ya no está ahí amenizando las siestas en la puerta de tu casa. Ya no cobija con su sombra las tardes  bochornosas del estío. Ya no sujeta columpios que suben y bajan el vértigo de los días. Ya no guarda dentro de su tronco los secretos confesados en la noche, ni alberga corazones con tu nombre y el mío grabados. Ni zurce tu madre sueños, Ni encuentra el gorrión su nido, Ni nos protege del rayo, Ni siente que viene mayo Ni sabe que tú te has ido.                                             María J. Llanos 

¿POR QUÉ ESCRIBIMOS?

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                                       ¿POR QUÉ ESCRIBIMOS? Yo no sabía la fuerza de voluntad y las ganas que se almacenan en nuestro interior cuando te propones convertirte en una hacedora de palabras, en una inventora de vidas. Nunca me había enfrentado al reto de escribir como si me quisiera convertir en una escritora al uso.     Atrás quedaban unos cuadernos garabateados de rimas que surgían por ese desasosiego vital que se te cae encima cuando tienes tu primer desengaño amoroso o cuando empiezas a preguntarte por el sentido de la vida y te conviertes, de la noche a la mañana, en una nihilista amante sin fisuras de la poesía de Charles Baudelaire.   Pasado esos años, te sumerges en la vorágine de un trabajo y de una vida que va ocupando buena parte de las horas del día y apenas si encuentras un resquicio de silencio para pensarte. Estás tan distraída que la pluma se seca puesta encima del tintero. Solo de vez en cuando vienen las musas a traerte palabras nuevas y tú las cazas