VIENTO EN LA TARDE

 


VIENTO EN LA TARDE.


El aire pone los toques invisibles

 acariciando la soledad vespertina,

 los pasos del camino desorientado,

 la búsqueda en la huida consentida.

 ¿A dónde vas?

 En el rojo sangre que tiñe el árbol

 de orondos frutos

se quedan colgando los pensamientos,

suspendidos en un «¡ay!» desaforado

ante el temor de la caída.

¿A dónde vas?

El reloj de la torre del ayuntamiento

 dice que son las siete,

pero el movimiento no cesa:

                                  va

              y viene,

                                    sube

               y baja,

 cambia bruscamente de dirección

  y, a veces, parece que amaina.

 ¿A dónde vas?

Las mujeres en la calle murmuran

 apretando las nalgas.

Los hombres rumian palillos

 mientras juegan a cartas.

Los álamos del río se ponen de espalda

 y ajenos sisean nombres al agua.

María J. Llanos.

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