LA INTERRUPCIÓN.

 



LA INTERRUPCIÓN.

Apenas tuvo tiempo de despedirse de su interlocutor. La entrada inesperada de Andrés en la habitación de Daniela hizo que esta interrumpiera bruscamente la conversación telefónica que estaba manteniendo. Daniela no podía soportar que violaran así su intimidad, sin pedirle permiso. Mira que se lo tenía dicho, pero a Andrés se le olvidaba con facilidad esa advertencia y más hoy que, por fin, era portador de buenas noticias. La impaciencia había podido con la frágil voluntad de aquel hombre que se desvivía por mantener a flote la escasa armonía familiar. Había irrumpido en la casa con las ansias desordenadas de un niño que quiere hacerse oír para compartir su alegría; sin embargo, la curvatura de sus labios fue cambiando de dirección a medida que se enfrentaba con el gesto adusto y enfurecido con el que Daniela le recriminó su atrevimiento. Andrés fue incapaz de soportar aquel jarro de agua fría que heló su sonrisa. Giró sobre sus talones y salió de la sala. Agazapado detrás de la puerta le esperaba pacientemente, su pequeño fox terrier.  

-          ¡Vámonos, amigo! Aquí ya no tenemos nada que hacer.

María J. Llanos

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