UN CLAVEL EN LA SOLAPA


UN CLAVEL EN LA SOLAPA.

Llegaba tarde a su primera cita a ciegas. No podía ser que aquella inoportuna tormenta fuera a truncar la tarde que se prometía tan dichosa. Miró el reloj nervioso y se retocó el clavel rojo que lucía en su chaqueta de lino beige. El tiempo corría en su contra mientras la lluvia hacía que tuviera que aminorar la marcha. Más adelante, creyó acertado girar el volante e internarse por un camino que cruzaba un pequeño bosque y que reducía considerablemente la distancia al pueblo donde tendría lugar el enigmático encuentro.
Arreció la tormenta exhibiendo poderosa un festival pirotécnico de truenos y relámpagos. La tierra se convirtió en un lodazal espeso y pegajoso que atrapó, sin remedio, las ruedas de su utilitario.  Desesperado, abandonó el coche y siguió a pie la senda. Unos metros más allá, el bosque se abría a una explanada en la que se erguía una modesta casa con las luces del porche encendidas. El hombre se dirigió hacia ella aferrándose a la esperanza de que allí le prestarían ayuda.  En el portal iluminado, una mujer permanecía de pie sujetando un paraguas. En la solapa de su gabardina llevaba prendido un hermoso clavel rojo.

María J. Llanos.

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