SUICIDIO IMPREVISTO.
21 DE ABRIL.
TRIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE CONFINAMIENTO. NOS ACERCAMOS A LA
CUARENTENA¡¡ ÁNIMO QUE LO ESTAMOS CONSIGUENDO!!
TRIGÉSIMO OCTAVO DÍA DE CONFINAMIENTO. NOS ACERCAMOS A LA
CUARENTENA¡¡ ÁNIMO QUE LO ESTAMOS CONSIGUENDO!!
SUICIDIO IMPREVISTO
Era la primera vez que
Pierre había pensado seriamente entrar en un casino, aunque todavía le
asaltaban muchas dudas. Una vez allí
pensó que no sería mala idea acceder al local y ver el ambiente, y si se terciaba, probar
suerte. Tendría cuidado de no arriesgar. Abrió su cartera para ver cuánto
dinero tenía disponible en efectivo. Contó 500 €, suficiente para probar unas
jugadas en la ruleta. Unos minutos más tarde estaba apostando 200€ al número 7,
y luego al 9, y después, al 12…La suerte estaba de su lado; una y otra vez era
su número el que salía ganador. Parecía estar viviendo un sueño, una borrachera
de números y fichas. Había perdido la noción del tiempo con el entusiasmo de
saberse afortunado. Serían las 6 de la mañana cuando decidió hacer recuento de
lo ganado. Fue con sus fichas a la Banca y el encargado le comunicó que había
ganado 1 millón de euros. Entró en un
estado de locura transitoria, gritaba, saltaba, lloraba…No podía contener sus
emociones. Así llegó a la habitación del hotel, le temblaba todo el cuerpo.
Intentó respirar profundamente mientras se repetía a sí mismo: ¡El sueño de mi
vida! He hecho realidad el sueño de mi vida, ¡Soy millonario! ¡Dios mío!
¡Millonario!
En este estado de
agitación se tumbó en la cama, quería tranquilizarse y pensar; así permaneció
largo rato reorganizando sus ideas, hasta que, como un autómata, se levantó
lentamente, fue al baño, se lavó la cara y las manos, rehízo el nudo de la
corbata, atusó su pelo, revisó su traje y se dirigió hacia la mesita de noche.
Cogió el bolígrafo y el bloc de notas que estaban allí encima; se sentó en la
cama y escribió pausadamente una escueta nota:
Lamento que no haya más opciones en mi camino, pero
me voy feliz porque finalmente se cumplió mi deseo. Toda mi vida luché por ser
rico, inmensamente rico. Siempre me decía a mí mismo que el día que esto
sucediera me podía ya morir tranquilo. Cumplido mi objetivo no hay ninguna
razón que me ate a la vida. Mi familia será la beneficiaria de todo mi dinero.
Ellos lo disfrutarán.
Pièrre Bélanger.
Luego volvió a poner el papel y el bolígrafo
en su sitio junto con la nota y un talón que extrajo de su cartera. Fue a la
maleta, buscó en el bolsillo interior y sacó una pequeña pistola negra de
autodefensa, una Ruger LCP; volvió a la cama, se recostó en ella, introdujo la
pistola en su boca y disparó. El reloj despertador marcaba las 7,18 de la
mañana.
María J. Llanos.
Comentarios
Publicar un comentario