SENEGAL, PAISAJE HUMANO (9)
DÍA 3 DE ABRIL.
ESTAMOS EN EL VIGÉSIMO DÍA DE CONFINAMIENTO. YA QUEDA MENOS. ¡ VENGA!
ESTAMOS EN EL VIGÉSIMO DÍA DE CONFINAMIENTO. YA QUEDA MENOS. ¡ VENGA!
SENEGAL, PAISAJE HUMANO (9)
IX.- ISLAS CARABANE Y DJIBONA.
Después de la segunda noche matando
bichitos en la habitación, tenemos prisa por salir. Un cayuco nos espera en el
puerto para llevarnos a la Isla Carabane, en la desembocadura del rio Casamance,
enclave colonial francés, con restos de una iglesia bretona y un cementerio
colonial.
El viaje transcurre por zonas de manglares y controles policiales.
Al
llegar a Carabane parece que el tiempo se hubiera detenido; algunos hotelitos
con encanto, albergues y dos restaurantes, dan servicio al turista que quiere
ir allí a descansar y comer pescado fresco.
Paseando por la arena de sus calles
comenzamos a ver escenas entrañables: niñas sacando agua de un pozo con cubos
de plásticos que luego cargan a sus cabezas para llevarla a sus hermanas
mayores que se afanan, sobre sus baños, en sacar la suciedad de la ropa del
diario; se muestran amables con nosotros; el guía conoce a las que están
lavando y les pregunta por sus estudios y por sus padres.
Un poco más allá una
pequeña iglesia católica y luego una mezquita. En la puerta de una casa un
señor mayor tumbado en una manta, recibe masajes de un niño que pisotea su espalda; vemos inmensos tenderetes
de ropa puesta a secar y al final de la calle la tienda de un conocido de Ibran
que chapurrea un poco de español. Nos enseña su tienda; una amiga le regatea
unos metros de tela y finalmente hacen trato. Otra acaba comprándose un
pantalón con motivos étnicos que él mismo le arregla con su máquina de coser.
Mientras seguimos visitando la isla, el guía va repartiendo golosinas y
galletas a los niños que le siguen, y nos siguen, como si fuéramos el flautista
de Hamelin.
Volvemos
sobre nuestros pasos bordeando la playa donde unos chavales juegan y se bañan.
Pasamos por delante de un restaurante construido en una cabaña y con terraza
bajo una buena sombra de árboles y entoldados. Destaca en la fachada una Ikurriña
y un rótulo donde se puede leer: RESTAURANT IRUNEA.JATE-XEA.GOXO-GOXOA. Y debajo
otro cartel con un corazón pintado de azul y con la leyenda EUSKADI ASKATASUNA.
Suponemos que será de algún emigrante en el País Vasco.
Con esta
nota pintoresca abandonamos la isla.
De nuevo subimos al cayuco para dirigirnos a
otra isla, la isla Djibona, donde sólo habita una familia. Esta familia posee
un pequeño restaurante. Allí comemos hoy, menú único, sólo el pescado que
pueden pescar hecho a la brasa, y degustación de ostras. Las ostras son
pequeñas y crecen como lapas agarradas a ramas del manglar. Las preparan a la
brasa. Yo no las pruebo, no me gustan, pero las demás hacen una buena
degustación.
El pescado (corvina, dorada, lenguado) fresco y exquisito. Lo
sirven con patatas fritas en aceite de cacahuete, y arroz cocido.
Después de
una pequeña siesta, en las hamacas que poseen colgadas en las palmeras, damos
por finalizada la visita a las islas poniendo rumbo a Cap Skirring para
finalizar nuestras compras y pasar lo que queda de tarde allí.




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