LA MUJER DEL SOBRE.
DÍA 15 DE ABRIL.
TRIGÉSIMO SEGUNDO DÍA DEL CONFINAMIENTO ¡AHÍ VAMOS MANTENIENDO LA ESPERANAZA!
TRIGÉSIMO SEGUNDO DÍA DEL CONFINAMIENTO ¡AHÍ VAMOS MANTENIENDO LA ESPERANAZA!
LA MUJER DEL SOBRE-
Era un
día cualquiera del mes de mayo. Ana aparcó su coche en la puerta del cementerio
y entró por la puerta principal abriéndose paso entre las hileras de tumbas. En
la mano derecha portaba un sobre blanco que agitaba moviendo el aire como si
fuera un abanico con el que calmaba su profundo sofoco. En la tercera calle se detuvo ante una tumba
en la que podía leerse:
D.E.P
Antonio Mendieta Díez/ (1960 – 2015). /Tus hijos y esposa no te olvidan.
Ana sacó
un clínex de su bolso y empezó a limpiar convulsivamente la inscripción de la
lápida.
- Ay Antonio, cariño, qué tranquilo estás aquí,
sin sobresaltos, sin preocupaciones, que te fuiste así sin más y me dejaste
aquí sola, sacando los hijos adelante y trabajando para que no les falte de
nada, y no es que tú te preocuparas muchos de ellos cuando estabas aquí, que
bien que te escaqueabas. Primero que si el trabajo, que si estoy cansado, que
si no quiero que me molestéis…Luego con esa enfermedad tuya que nos trajo de
cabeza, de un médico a otro y nada, que ya te lo dijeron bien clarito, que o te
metían en quirófano y te ponían una prótesis en la cadera o cojito para toda la
vida. Y tú que no, que te daba miedo la anestesia, que y si no te despertabas.
Cabezón, que eres un cabezón, que preferiste cargar con tu cojera y tu muleta
antes de dar tu brazo a torcer. Con lo buena pareja que hacíamos los dos cuando
íbamos del brazo y no después, que ya no podía agarrarme a ti, que me salían
agujetas de sujetarte, y luego ese ruido continuo de la muleta martilleándome
la cabeza, que no, que era un penar, para ti y para los demás, o no te lo dijo
tu hija cuando fuiste el padrino de su boda, que no se pudo lucir la pobrecita
haciendo el paseíllo hacia el altar. Ay Antonio, qué poco caso me hacías, y
mira que te lo decía un día y otro, pero tú que no.
Fue un
milagro que la llegada de tu primer nieto te hiciera reflexionar: cómo ibas a
jugar al fútbol con él, a cogerle en brazos, a llevarle al parque con aquellos
dolores que te ponían de mal humor.
Así es que vuelta al hospital, al traumatólogo,
a hacer pruebas y a esperar, que la lista para quirófano era enorme, que quizás
en seis meses o en un año te llamarían…Y mira tú, que no pudiste esquivar el
coche de aquel malnacido, que no hubo nada que hacer, que te quedaste allí
tendidito en el asfalto. ¡Ay Dios mío! Con lo que temías a la anestesia por si
no te despertabas y fíjate donde estás ahora, dormidito para siempre… Y ahora
agárrate fuerte que te voy a dar la gran noticia. ¿Ves este sobre que tengo
aquí? Está a tu nombre. ¿Y sabes quién te lo envía? No lo adivinarías ni en mil
años. El remitente es el SES, Antonio, el SES. ¿Y qué quiere el SES de
nosotros?, te preguntarás; pues te lo voy a leer palabra por palabra:
“A la
atención de D. Antonio Mendieta Díez, nº de Seguridad social 1020012154.
Estimado
señor, como paciente de la lista de espera de traumatología, le rogamos acuda
al hospital de referencia el día 20 de mayo a las 12h para realizarle las
pruebas pertinentes y proceder a la intervención quirúrgica”.
El 20 de mayo, Antonio, ¿tú te has dado cuenta?
Dos años han pasado y ahora vienen con esas, pero me van a oír, como me llamo
Ana que me oyen, que no hay derecho a hacerle esto a la gente…Que no Antonio,
que no me voy a estar callada, que mañana voy y la armo, tú tranquilo, que de
esto me ocupo yo.
Bueno, mi cielo, ahí te quedas que hoy tengo
muchas cosas que hacer.
Ana
termina de limpiar la lápida y deposita un beso sobre la foto de su marido.
Son las 12 de la mañana del día 20 de mayo de
2019. Ana está parada delante de la puerta principal del Hospital con una carta
del SES en la mano.
María J.
Llanos.
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