EL ÚLTIMO TREN (CON OTRA MIRADA)
DÍA 17 DE ABRIL.
TRIGÉSIMO CUARTO DÍA DE CONFINAMIENTO. A ESTAS ALTURAS NO VALE LA DESESPERACIÓN.
¡ SIEMPRE ADELANTE!
MONOLOGO INTERIOR DEL EMPLEADO DE ESTACIÓN.
TRIGÉSIMO CUARTO DÍA DE CONFINAMIENTO. A ESTAS ALTURAS NO VALE LA DESESPERACIÓN.
¡ SIEMPRE ADELANTE!
EL ÚLTIMO TREN. (CON OTRA MIRADA)
MONOLOGO INTERIOR DEL EMPLEADO DE ESTACIÓN.
¿Qué querrá ahora esta señora? ¡Todas las
mañanas igual! Otras veces he conseguido esquivarla, pero ahora no voy a tener
más remedio que contestar a sus preguntas.
¡Madre mía! ¡Anda que no está
atronada! Que no ha parado su tren, dice. ¿Pero cómo va a saber cuál es el tren
que espera si no sabe de dónde viene ni adónde va?
Mira que se ve gente rara pululando por los
andenes de la estación, pero como esta señora he visto pocas. Bien podía poner
al día su ropa, que vaya pinta que se gasta; parece mi abuela.
No, si ahora voy
a ser yo el culpable de que RENFE funcione mal y no pare aquí el tren que le
traiga a ese personaje que espera, que yo para mí, que ni existe ni nada, que
lo tiene en su imaginación, en su recuerdo, que anda que no habrá llovido desde
que el fulano se largó por piernas de esta ciudad. Que le esperara, asegura que le
dijo ¡Pues lo lleva claro!
Aunque bien mirado, me da pena. ¡La pobre!
¡Vaya soledades que se gasta en ese banco sentada todo el día…!
Y digo yo: ¿es que esta señora no tendrá
ningún familiar que la ayude a salir de su sueño?
¡Hala! ¡A sentarse en el banco otra vez!
Que tiene una corazonada, dice.
¡Dios! ¡Cómo se ponen las cabezas!
María J.
Llanos.
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