SENEGAL, PAISAJE HUMANO (7)
DÍA 1 DE ABRIL.
ENTRENAMOS MES LLEGANDO A NUESTRO DECIMOCTAVO DÍA DE CONFINAMIENTO.
¡QUE NO DEAIGA NUESTRO ÁNIMO!

ENTRENAMOS MES LLEGANDO A NUESTRO DECIMOCTAVO DÍA DE CONFINAMIENTO.
¡QUE NO DEAIGA NUESTRO ÁNIMO!
SENEGAL, PAISAJE HUMANO (7)
VII.- CAMINO DEL SUR.
Pasada la noche y después de desayunar,
nos despedimos de Paco, la mujer cocinera y el piloto (siento no recordar sus
nombres). Les agradecemos lo bien que nos han tratado y ellos también tienen
palabras cariñosas para nosotros.
Ellos continúan su camino y nosotros
regresamos a la carretera donde nos espera Maron, nuestro conductor, con la
furgoneta. Hoy tenemos un camino largo y pesado, mucha carretera. Nos dirigimos
a Kaolack, cruce de caminos, donde haremos noche antes de pasar la frontera a
Gambia.
Hacemos
una breve parada en Touba para ver su gran mezquita. Nos estamos moviendo por
tierras donde predomina el Islam. Touba en un lugar de peregrinación de todos
los musulmanes senegaleses. La mezquita está en obras, dice el guía local que
nos la enseña, que es parecida a la Sagrada Familia, que nunca se termina. Su
reforma se hace por cuestación popular.





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MEZQUITA DE TOUBA |





Kaolack es
una ciudad caótica, como todas las que hemos visto. Una ciudad como a medio
hacer, sucia y ruidosa; sus calles un continuo mercadeo. Queremos comprar
manteca de karité que nos han dicho que es típica de esta zona. Después de la
comida, el guía nos lleva a un mercado de callejuelas estrechas, asfixiantes,
atiborradas de puestos variopintos donde se mezclan las telas con los
detergentes, las velas, las colonias, la bisutería, la ropa interior
erótica…
Por fin, encontramos a un tendero que vende la manteca de karité envasada y allí hacemos la compra. Aunque el guía se empeña en seguir viendo el mercado, por unanimidad y cansancio, decidimos volver andando al hotel.
Por fin, encontramos a un tendero que vende la manteca de karité envasada y allí hacemos la compra. Aunque el guía se empeña en seguir viendo el mercado, por unanimidad y cansancio, decidimos volver andando al hotel.
Hoy hemos madrugado. A las ocho salimos en dirección a la frontera con Gambia que queda de allí a 90 km. Vamos a Casamance, una región del sur de Senegal, para ello hay que entrar a través de un ferry a Gambia, y luego de allí pasar otra vez la frontera a Senegal.
Pasamos por el control de pasaportes un poco temerosas. El guía nos
había
advertido de no sacar ninguna foto ni hacer movimientos extraños. Los militares
son muy rígidos. Acaban de salir de una dictadura militar y todavía les quedan
muchos hábitos autoritarios.
Ibran nos cuenta, y lo podemos ver, que allí
funciona lo del “unte” para que no te pongan ninguna pega y nos adelanten en la
fila de coches que espera la llegada del ferry. Y así es, a base de propinas
nuestra furgoneta se pone la cuarta en la fila de embarque.
La espera, de unas dos horas, se hace muy pesada por el calor. Cuando llega el ferry, una explosión de color empieza a desfilar delante de nuestros ojos. Mujeres con elegantes vestidos de faena portando niños en la espalda y pesados fardos en la cabeza, bajan aliviadas después de la larga espera a la otra orilla. Y, aunque también pasan hombres y niños en un continuo ir y venir, son las mujeres las que llaman nuestra atención por esa vistosidad armónica y porque ellas son las que llevan la carga, como hemos visto en el resto del país.
Dentro del ferry la gente soporta como puede las altas temperaturas. Pasa un chico vendiendo coco fresco, otro vende helados en bolsas, otra mujer, agua y colonias…Cada cual con su quehacer. Y cuando el barco llega a tierra vuelve a producirse el espectáculo. Nosotros salimos de los primeros dentro de la furgoneta y ponemos rumbo a Banjul, capital de Gambia. La ciudad está todavía uniformada, se nota la influencia del antiguo régimen. Arcos de triunfos, estatuas de sus dirigentes, niños y jóvenes luciendo uniformes de distintos colores saliendo de los colegios, grandes avenidas…
Seguimos carretera adelante hasta encontrar un pequeño restaurante regentado por un holandés. Allí paramos a comer. Para no esperar mucho pedimos el menú: arroz con pollo y salsa de cebolla y de postre, sandía. Todo ello unos 7 euros, incluida la cerveza.
Mientras esperamos nos damos cuenta de tres mesas que están ocupadas por hombreS blancos mayores, acompañados de chicas jóvenes del país. Ya nos habían hablado de eso. Jubilados europeos, en su mayoría holandeses y belgas, vienen a estas tierras a pasar sus últimos días en buena compañía…
La espera, de unas dos horas, se hace muy pesada por el calor. Cuando llega el ferry, una explosión de color empieza a desfilar delante de nuestros ojos. Mujeres con elegantes vestidos de faena portando niños en la espalda y pesados fardos en la cabeza, bajan aliviadas después de la larga espera a la otra orilla. Y, aunque también pasan hombres y niños en un continuo ir y venir, son las mujeres las que llaman nuestra atención por esa vistosidad armónica y porque ellas son las que llevan la carga, como hemos visto en el resto del país.
Dentro del ferry la gente soporta como puede las altas temperaturas. Pasa un chico vendiendo coco fresco, otro vende helados en bolsas, otra mujer, agua y colonias…Cada cual con su quehacer. Y cuando el barco llega a tierra vuelve a producirse el espectáculo. Nosotros salimos de los primeros dentro de la furgoneta y ponemos rumbo a Banjul, capital de Gambia. La ciudad está todavía uniformada, se nota la influencia del antiguo régimen. Arcos de triunfos, estatuas de sus dirigentes, niños y jóvenes luciendo uniformes de distintos colores saliendo de los colegios, grandes avenidas…
Seguimos carretera adelante hasta encontrar un pequeño restaurante regentado por un holandés. Allí paramos a comer. Para no esperar mucho pedimos el menú: arroz con pollo y salsa de cebolla y de postre, sandía. Todo ello unos 7 euros, incluida la cerveza.
Mientras esperamos nos damos cuenta de tres mesas que están ocupadas por hombreS blancos mayores, acompañados de chicas jóvenes del país. Ya nos habían hablado de eso. Jubilados europeos, en su mayoría holandeses y belgas, vienen a estas tierras a pasar sus últimos días en buena compañía…
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CAMINO DE GAMBIA |
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PASAJEROS BAJANDO DEL FERRY PROCEDENTES DE GAMBIA |

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