SENEGAL, PAISAJE HUMANO (6)
DECIMOSÉPTIMO DÍA DE CONFINAMIENTO. ¡¡¡ AHÍ ESTAMOS!!!
SENEGAL,PAISAJE HUMANO(6)
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ADIÓS A LA REINE DU FLEUVE, UNA BONITA EXPERIENCIA |
VI.- ÚLTIMO DÍA DE NAVEGACIÓN.
Otra vez
en la piragua tomamos rumbo a nuestro próximo destino. Paco ya ha desmontado el
campamento y se ha ido a preparar la acampada de la noche. Ibran nos obsequia
con una cerveza bien fresquita y el barco comienza de nuevo a navegar.
El calor
es sofocante. Es la hora de comer. El timonel intenta acercarse a la orilla
para atracar y buscar un buen árbol bajo el que poder comer. Después de varios
intentos decidimos hacerlo dentro de la piragua. Hay mucho lodo en las orillas
y tememos que la barca pueda encallar.
Ponemos la mesa, repartimos los platos,
y oh, sorpresa! Hoy tenemos en nuestro menú cabrito con patatas fritas ¡No nos
lo podemos creer! ¡Esa era la conversación que el guía había tenido con el
cabrero! Pobre cabritillo, pero está tan rico…
Mientras degustamos aquel
manjar, aparecen unos niños, ya adolescentes, que se sientan en la orilla y no
pierden ripio de todas nuestras conversaciones y nuestros movimientos. Hasta
que el barco no zarpa de nuevo no se mueven de allí. A saber qué pensamientos
pasarían por su cabeza al ver a ocho locas turistas paseándose por aquel río
que para ellos es su fuente de vida.
A medida
que nos acercamos al campamento, el río cobra vida. Ahora vemos mujeres lavando
ropa o aseándose, hombres bañándose y
niños jugando que saludan con regocijo el paso del barco.
Llegamos al nuevo enclave, y después de bajar
el equipaje y meterlo en la tienda, volvemos a seguir una senda que nos conduce
al siguiente pueblo a visitar.
Este pueblo ya es más grande y dispone de
edificios más consistentes como una mezquita y un colegio. Con el mismo ritual
de siempre entramos en el pueblo. Los niños son los primeros que acuden a
saludarnos y algunos jovencitos, que ya van al instituto, se atreven a hablar,
tímidamente, con nosotras en español " ¡Hola! ¿Cómo te llamas?"- nos dicen.
En la
puerta de una casa hay una manta extendida y algunos hombres están sentados
jugando a cartas, nos saludan vagamente, sin entusiasmo, ensimismados como
están en su partida. Es la primera vez que vemos hombres en las aldeas, debe
ser por la hora, ya es tarde y deben haber acabado su jornada laboral. Aquí se
dedican a la agricultura y algunos trabajan en la construcción de una carretera
que pasa cerca. El guía habla con las mujeres que llegan del río con los cubos
cargados de agua, los niños deambulan de acá para allá. Como en cada poblado
que hemos estado, tanto los niños como las niñas son guapísimos; las niñas
llevan peinados de trencitas, muy del estilo africano, y mezclan su forma de
vestir entre la falda tradicional y las camisetas con marcada publicidad,
incluso vemos alguna con los rótulos en español. Los niños también visten
colores claros y camisetas de futbolistas famosos, sobretodo del Barcelona.
Repartimos pulseras y pasadores para el pelo
a las niñas, y, aunque ellas llevan sus propios adornos, les hace ilusión lucir
las horquillas de colores traídas de España.
Mientras tanto el guía tiene a los
chicos encandilados mostrándoles un balón desinflado que una compañera ha
traído desde Cáceres. Saca el inflador y comienza el espectáculo: todos
aplauden al ver la pelota perfectamente inflada. Ibran le entrega el balón a un
chaval de unos diez años y suponemos que le da instrucciones para que se
responsabilice del balón y lo comparta con todos los demás, pero, para nuestra
sorpresa, el niño no osa poner el balón en el suelo, sale corriendo y se lo da
a su madre. La mujer lo coge en sus manos, les dice algo a los chicos y les
devuelve el esférico. Todos están en torno al balón, que sigue sin tocar suelo,
y nosotras insistiendo en que jueguen, pero no lo hacen.
No sabemos qué pasa.
El guía nos explica que los niños acaban de asearse y las madres no les dejan
ensuciarse pues por la mañana temprano tienen que ir limpios al colegio. Así nos quedamos sin ver lo que tanta ilusión nos
hacía, porque allí un balón es un artículo de lujo; En San Louis habíamos visto
a niños jugar al fútbol con botellas de
plástico.
Abandonamos
el poblado entre las muestra de cariño de la chiquillada. Los hombres siguen
sentados atareados en su juego y ni siquiera se dan cuenta de que nos
marchamos. Por el camino comentamos sobre la educación de estos niños y su
respeto y obediencia a los mayores.
Al llegar
al campamento ya es casi de noche. Aprovechamos para hacer las últimas fotos al
río engalanado de tonos rojizos por la puesta del sol.
Cenamos en
la oscuridad. De vez en cuando encendemos la linterna para ver qué nos llevamos
a la boca. Seguro que entre las verduras alguna proteína se va para dentro.
¡ Lo
que no mata engorda!
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ACARREANDO AGUA |
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ASEO EN EL RÍO AL CAER LA TARDE |
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IBRAN REPARTE LOS REGALOS |
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EL REGALO DEL BALÓN |
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NIÑOS DESPUÉS DE LA JORNADA ESCOLAR. |
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HOMBRES JUGANDO A CARTAS |
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RIO SENEGAL CON SUS LUCES AL ATARDECER |
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