SENEGAL, PAISAJE HUMANO (6)


DÍA 31 DE MARZO.

DECIMOSÉPTIMO DÍA DE CONFINAMIENTO. ¡¡¡ AHÍ ESTAMOS!!!




          SENEGAL,PAISAJE HUMANO(6)

                                       
ADIÓS A LA  REINE DU  FLEUVE, UNA BONITA EXPERIENCIA

                 

  VI.- ÚLTIMO DÍA DE NAVEGACIÓN.

Otra vez en la piragua tomamos rumbo a nuestro próximo destino. Paco ya ha desmontado el campamento y se ha ido a preparar la acampada de la noche. Ibran nos obsequia con una cerveza bien fresquita y el barco comienza de nuevo a navegar.

 El calor es sofocante. Es la hora de comer. El timonel intenta acercarse a la orilla para atracar y buscar un buen árbol bajo el que poder comer. Después de varios intentos decidimos hacerlo dentro de la piragua. Hay mucho lodo en las orillas y tememos que la barca pueda encallar.

 Ponemos la mesa, repartimos los platos, y oh, sorpresa! Hoy tenemos en nuestro menú cabrito con patatas fritas ¡No nos lo podemos creer! ¡Esa era la conversación que el guía había tenido con el cabrero! Pobre cabritillo, pero está tan rico…

Mientras degustamos aquel manjar, aparecen unos niños, ya adolescentes, que se sientan en la orilla y no pierden ripio de todas nuestras conversaciones y nuestros movimientos. Hasta que el barco no zarpa de nuevo no se mueven de allí. A saber qué pensamientos pasarían por su cabeza al ver a ocho locas turistas paseándose por aquel río que para ellos es su fuente de vida.

A medida que nos acercamos al campamento, el río cobra vida. Ahora vemos mujeres lavando ropa o aseándose, hombres bañándose  y niños jugando que saludan con regocijo el paso del barco.

 Llegamos al nuevo enclave, y después de bajar el equipaje y meterlo en la tienda, volvemos a seguir una senda que nos conduce al siguiente pueblo a visitar.

 Este pueblo ya es más grande y dispone de edificios más consistentes como una mezquita y un colegio. Con el mismo ritual de siempre entramos en el pueblo. Los niños son los primeros que acuden a saludarnos y algunos jovencitos, que ya van al instituto, se atreven a hablar, tímidamente, con nosotras en español " ¡Hola! ¿Cómo te llamas?"- nos dicen.

En la puerta de una casa hay una manta extendida y algunos hombres están sentados jugando a cartas, nos saludan vagamente, sin entusiasmo, ensimismados como están en su partida. Es la primera vez que vemos hombres en las aldeas, debe ser por la hora, ya es tarde y deben haber acabado su jornada laboral. Aquí se dedican a la agricultura y algunos trabajan en la construcción de una carretera que pasa cerca. El guía habla con las mujeres que llegan del río con los cubos cargados de agua, los niños deambulan de acá para allá. Como en cada poblado que hemos estado, tanto los niños como las niñas son guapísimos; las niñas llevan peinados de trencitas, muy del estilo africano, y mezclan su forma de vestir entre la falda tradicional y las camisetas con marcada publicidad, incluso vemos alguna con los rótulos en español. Los niños también visten colores claros y camisetas de futbolistas famosos, sobretodo del Barcelona.

  Repartimos pulseras y pasadores para el pelo a las niñas, y, aunque ellas llevan sus propios adornos, les hace ilusión lucir las horquillas de colores traídas de España.

 Mientras tanto el guía tiene a los chicos encandilados mostrándoles un balón desinflado que una compañera ha traído desde Cáceres. Saca el inflador y comienza el espectáculo: todos aplauden al ver la pelota perfectamente inflada. Ibran le entrega el balón a un chaval de unos diez años y suponemos que le da instrucciones para que se responsabilice del balón y lo comparta con todos los demás, pero, para nuestra sorpresa, el niño no osa poner el balón en el suelo, sale corriendo y se lo da a su madre. La mujer lo coge en sus manos, les dice algo a los chicos y les devuelve el esférico. Todos están en torno al balón, que sigue sin tocar suelo, y nosotras insistiendo en que jueguen, pero no lo hacen.

 No sabemos qué pasa. El guía nos explica que los niños acaban de asearse y las madres no les dejan ensuciarse pues por la mañana temprano tienen que ir limpios al colegio. Así  nos quedamos sin ver lo que tanta ilusión nos hacía, porque allí un balón es un artículo de lujo; En San Louis habíamos visto a  niños jugar al fútbol con botellas de plástico.

Abandonamos el poblado entre las muestra de cariño de la chiquillada. Los hombres siguen sentados atareados en su juego y ni siquiera se dan cuenta de que nos marchamos. Por el camino comentamos sobre la educación de estos niños y su respeto y obediencia a los mayores.

Al llegar al campamento ya es casi de noche. Aprovechamos para hacer las últimas fotos al río engalanado de tonos rojizos por la puesta del sol.

Cenamos en la oscuridad. De vez en cuando encendemos la linterna para ver qué nos llevamos a la boca. Seguro que entre las verduras alguna proteína se va para dentro.
¡ Lo que no mata engorda!



ACARREANDO AGUA

ASEO EN EL RÍO AL CAER LA TARDE

IBRAN REPARTE LOS REGALOS
EL REGALO DEL BALÓN



NIÑOS  DESPUÉS DE LA JORNADA ESCOLAR.

HOMBRES JUGANDO A CARTAS
RIO SENEGAL CON SUS LUCES AL ATARDECER


        

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