SENEGAL, PAISAJE HUMANO (3)
DÍA 28 DE MARZO. LLEGAMOS AL DECIMOCUARTO DÍA DE CONFINAMIENTO.
¡TODO VA A IR BIEN! !VENGA!
SENEGAL, PAISAJE HUMANO (3)
Se hace la noche y nosotros continuamos camino; dejamos atrás pequeños pueblos, oscuros y polvorientos como sus habitantes.
¡TODO VA A IR BIEN! !VENGA!
SENEGAL, PAISAJE HUMANO (3)
![]() |
MUJER DE LA ETNIA PEUL MOSTRÁNDONOS SUS PROPIEDADES. |
III.- DESIERTO DE LOMPOUL Y POBLADO PEUL.
Abandonamos Saint Louis a la mañana siguiente, en dirección al desierto de Lompoul. En el camino hacemos paradas para conocer los campos de cultivo de cacahuete y los árboles sagrados de boabab de cuyo fruto, llamado pan de mono, se hace una rica mermelada.
El boabab es el símbolo de Senegal y de él se aprovecha todo.
Se acerca la hora de nuestro primer encuentro con un poblado de pastores nómadas de la etnia Peul. Estamos deseando conocer a estas familias, que tienen asentamientos temporales, siguiendo la trashumancia del ganado.
Nuestro guía prepara el terreno y nos conduce a un pequeño poblado. Un total de cuatro chozas y una sorprendente nave o edificación de cemento. Nada más entrar nos llama la atención ver una manta extendida en medio del suelo de arena, debajo de la sombra de un árbol, y unas mujeres con niños, unos bebés, otros más mayores, sentados alrededor o jugando. Ibran saluda a la más anciana, se sienta a su lado y entabla una conversación con ella en dialecto wolof. Después el guía nos explica que esto es lo primero que debe hacerse cuando se entra en una casa. Es un acto de cortesía saludar y preguntar por la familia, por cómo va la cría del ganado, si ha habido buenos pastos, si le han parido las vacas…
Una vez que esta ceremonia termina se crea una interrelación entre ellos y nosotras, con saludos típicos en francés:
- Ça va?
– Ça va bien.
– Merci.
Nos invitan a sentarnos en su manta. La abuela sostiene a un niño guapo, orondo que devora un trozo de pan junto a su hermano. Otras mujeres jóvenes amamantan a sus bebés. Poco a poco niños que jugaban fuera, vienen a sentarse con nosotros. El guía saca fotos impresas que trae en su mochila. Son las fotos que les hizo en su última visita. Les encanta mirarse y ríen ante nuestra complacencia.
El guía explica una historia acerca de la edificación de cemento. Dice que un turista que visitó el poblado les preguntó que qué regalo les gustaría que le hicieran. Ellas dijeron que les gustaría tener una habitación con paredes de cemento y techado de tejas. Así se construyó aquella nave dividida en cuatro habitaciones. Una de las jóvenes nos invita a conocer su habitacióN: limpia, adornada con papeles de colores y con el único mobiliario de una cama de madera con un cabecero barrocamente decorado y una cómoda.
Uno de los niños que nos acompañan me muestra, colgado en la pared, un aparato de telefonía móvil. Hago gestos de admiración y el niño se ríe orgulloso de su posesión. Salimos de la casa y otra mamá nos hace gestos para que vayamos a ver su ternero recién nacido y sus dos cabras, todo su capital.
Volvemos a la manta y le hacemos entrega a la abuela de nuestros regalos para que los reparta entre todos los niños y niñas .A la hora de irnos los niños nos acompañan hasta la furgoneta para decirnos adiós.
Ya en el coche me recojo en mi silencio. No se me van de la mente las caras de las personas que acabamos de conocer, sobretodo los ojos y la sonrisa de los niños, allí, tan felices con lo que tienen.
No he visto miseria y eso me reconforta, quizás sean pobres, pero a lo mejor no tan pobres como algunos niños del primer mundo.
Se hace la noche y nosotros continuamos camino; dejamos atrás pequeños pueblos, oscuros y polvorientos como sus habitantes.
La llegada al campamento es toda una aventura. Cambiamos la furgoneta por un jeep y nos adentramos en el desierto. Al llegar nos acomodamos en jaimas, que tienen, para nuestra sorpresa, hasta ducha y taza de wáter. Todo un lujo después del ajetreado viaje por veredas polvorientas. En la cena compartimos un riquísimo cuscús mirando la inmensidad de la vía láctea en un cielo completamente estrellado.
Las luces del amanecer nos despiertan y podemos ver una tímida salida del sol remontando dunas.
![]() |
ÁRBOL DEL BOABAB |
![]() |
ABUELA RECIBIENDO NUESTRA VISITA |
![]() |
MIRANDO FOTOS |
![]() |
REPARTO DE REGALOS |
![]() |
JAIMAS EN EL DESIERTO DE LOMPOUL |
![]() |
INTERIOR BIEN ACONDICIONADA DE LA JAIMA |
![]() |
IBRAN ENSEÑÁNDONOS EL CULTIVO DEL CACAHUETE |
Comentarios
Publicar un comentario